sábado, 24 de abril de 2010

Una mañana en alta mar

La tarde anterior recibí una llamada: -Cuándo nos vamos a por atunes? Juan sabía lo que decía, ya que un informador nada anónimo le había filtrado la información de que yo estaba preparando una salida en busca de los escasos y perseguidos "rojos".

Salimos amaneciendo de puerto, y veinte millas después nos los encontramos, así, de repente. Sin averío, sin más muestras de actividad que un grupo de atunes de entre 15 y 30 kilos saltando fuera del agua. Nada de explosiones en superfície ni espumeras, señal de que lo que comían no era pez pasto. Eso complicó nuestras intenciones de clavar un misil plateado a spinning, de hecho no lo conseguimos, pero el hecho de haberlos encontrado y haber conseguido ponerles la muestra en el hocico ya pagaba las millas y el madrugón.

Como propina, poco después volvimos a verlos, esta vez en compañía de delfines, que rápidamente vinieron a retozar a la proa y nos dejaron grabarlos en vídeo mientras nos investigaban.



Resultaba curioso ver a los adultos cruzándose en el camino de las crías que jugaban en proa, obligándolas a abandonar la dirección de la Nansalmar. Realmente "son unos bichos muy listos".




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